Sin embargo, el término de consumo dentro de una teoría de las prácticas culturales no es nada nuevo. El entramado real que conforma el campo artístico está muy alejado de una relación directa entre público y obra. Para que esta reunión se lleve a cabo, se requiere de un entramado que involucra al creador, la escuela de arte, el espacio alternativo, la galería, el crítico, el curador, el periodista cultural, la institución.
En términos muy generales se trata de una cuestión de poder, un poder que se puede caracterizar por el reconocimiento. El cual tiene la función, para cualquiera que desee ingresar al campo, de hacer posible la toma de posiciones dentro de este entramado. Suena crudo, pero así funciona.
Esto no quita que sea posible encontrar como un simple espectador una obra que nos mueva, que sea tan importante para nosotros que deseemos poseerla. Quizá esto es lo que hace que el campo del arte mantenga una posición de privilegio en relación a otros campos como el económico o el político.
Aunque existe la posibilidad del encuentro entre un espectador y la obra, creo que la mayoría está de acuerdo en que si se trata de obra denominada contemporánea o más de artistas emergentes, se abre una brecha considerable que sólo puede ser disminuida por el conocimiento previo de la historia del arte, por lo menos, la del siglo 20 o en algunos casos el que una obra, posiblemente una instalación, toque nuestras fibras más íntimas y entonces nos interese saber más. Definitivamente el arte de nuestros días requiere de conocimiento.
En teoría, el Estado tiene entre sus funciones la educación que de manera mínima debiera darnos las herramientas básicas para entender y vivir nuestro tiempo, sin embargo, dista mucho de lograr darnos a todos los mexicanos esta mínima posibilidad.
Si ahora nos limitamos al Informe de Resultados 2001-2004 emitidos por el Conaculta, encontramos que la meta planteada en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 de ampliar el acceso a más mexicanos a los bienes y servicios culturales en términos de cifras duras se ha ido cumpliendo. Presentan una cifra global de 50 millones de visitantes a toda la oferta cultural de sus instituciones y señalan, además, que se ha logrado un aumento del 20 por ciento respecto al inicio de la administración. Para justificar una partida presupuestal, claro que sirven estas cifras, pero en términos cualitativos no dicen nada.
Si bien en dicho informe señalan que sólo en el 2004 el INBA atendió por medio de sus distintos programas a 9 millones de niños y en el mismo párrafo encontramos, sin especificar el año, que el INBA atendió a un millón 300 mil personas, de las cuales 20 por ciento fue público infantil y juvenil, son evidentes las inconsistencias de sus informes. Y así podríamos seguir encontrando incongruencias.
Si un fin de semana salimos con la familia a visitar un museo, una librería o alguno de esos restaurantes de búhos que cuentan con revistas, periódicos y libros ¿qué tanto podemos encontrar sobre arte contemporáneo mexicano o una guía general de arte contemporáneo, ya no se diga algún libro editado para niños? Lo más probable es que sea el 0.1 por ciento. Por lo general, encontraremos libros y catálogos caros que atraen mucho más al público ya iniciado y a los especialistas. Es más ¿a alguien se le ocurre proponer a la familia visitar en fin de semana una galería en Polanco? Otra posibilidad sería asistir a la inauguración de una galería en la Colonia Roma después de un día de trabajo. ¿Por qué no? O mejor aún, ¿por qué no comprar alguna obra de un artista mexicano "contemporáneo" para decorar la sala?
Si el Gobierno pretende que la accesibilidad sea mayor, no debería limitarse a su propia oferta, sería mejor que nos diera la posibilidad de elegir, primero dando las herramientas básicas en sus programas educativos, luego sería bueno que mejoraran su oferta editorial para que las investigaciones que se realizan salgan a la luz, pero lo más importante es que para tener tiempo para el ocio es indispensable tener las necesidades básicas cubiertas y podemos estar de acuerdo que no es así para la gran mayoría.
Éste es sólo un esbozo del escenario en el que se presenta la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de México, o si prefieren el título que encontramos en los parabuses, Maco. México Arte Contemporáneo.
Como ya habíamos mencionado en un inicio las ferias de arte participan del entramado del campo del arte y tienen una labor muy importante para conformar la trayectoria de los que participan en ella (organizadores, galerías, artistas, curadores, instituciones). Pero en la información general que ofrece el sitio de la feria encontramos que "el principal objetivo de Maco. México Arte Contemporáneo es la promoción de la cultura. Los visitantes al evento serán expuestos a una muestra representativa del movimiento cultural internacional que acontece en nuestros tiempos. En MACO, se busca propiciar el coleccionismo, la internacionalización del arte contemporáneo de nuestro País y la interrelación e intercambio cultural entre coleccionistas mexicanos, coleccionistas internacionales, artistas, curadores y galerías".
MACO es un ejemplo de tenacidad que nos demuestra que es posible realizar un evento de corte internacional sin el patrocinio institucional. A pesar de que es un buen ejemplo de gestión cultural, una feria de arte es un evento "abierto al público", su importancia está en la manera en que incide en las posiciones del campo artístico del País. ¿Qué impacto tendrá en mediano y largo plazo este evento? Para como se presentan las cosas, podemos al menos desear que el referente del arte mexicano se amplíe para las galerías de otros países y para los 100 coleccionistas invitados a esta edición de MACO. Que para muchos jóvenes artistas que actualmente se encuentran en etapa de formación, en un futuro existan más canales de distribución. Pero en realidad nuestro mayor deseo es que la situación del País se modifique radicalmente para que un mayor número de personas pueda gozar verdaderamente de nuestra oferta cultural desde las casas de cultura hasta las ferias de arte contemporáneo.
Sigamos visualizando el campo artístico como este mapa de posiciones complejas para observar el reverso de la moneda. Ya que, de manera simultánea a MACO, en esta ocasión tenemos la oportunidad de visitar el Encuentro de Arte Contemporáneo Independiente de México (CHACHAMACO).
Un encuentro independiente es parte fundamental para las dinámicas del campo artístico y su importancia no radica en su carácter no lucrativo, sino por la oportunidad de arriesgar, de abrir nuevos espacios de experimentación para los creadores.
Para el público en general, la mayor diferencia será el costo de admisión, porque la empatía o gusto por el arte contemporáneo de los asistentes no tiene que ver con eso sino con el conocimiento, la posibilidad del ocio o, en casos extremos, una experiencia estética. El balance es que en términos generales no hay diferencia entre MACO y CHACHAMACO, y esa no es una mala noticia. Lo que queda claro es que el campo artístico en México ha logrado plenamente su autonomía, la cual no tiene que ver con la injerencia estatal, sino que consiste en que el mismo campo ha ordenado a través de los años sus reglas del juego y cada quien sabe cuál es la manera de jugar.
publicado en el Reforma 24-04-2005.